En el trabajo, al igual que en la vida, el primer y más severo golpe de censura está en uno mismo. Para no olvidar que soy libre, para dejar volar la imaginación...
... mi pequeña pancarta sobre la mesa del escritorio.
En el trabajo, al igual que en la vida, el primer y más severo golpe de censura está en uno mismo. Para no olvidar que soy libre, para dejar volar la imaginación...
... mi pequeña pancarta sobre la mesa del escritorio.
No puedo dejar de sorprenderme. Ya sé que es lógico y normal pero... compras una plantita diminuta con una raiz escuálida... la plantas, la riegas y... ¡Voilà! ¡tenemos nabos! :·)